ANYTHING CAN HAPPEN
Isaías A. Márquez Díaz
Es el título de uno de los contenidos de la obra “Auge y caída de Rómulo Gallegos”, presidente de Venezuela (15/2-24/11/1948) del embajador Simón Alberto Consalvi, donde expone, ampliamente, las pretensiones de los EE UU sobre territorio venezolano, unos cinco días antes de la toma de posesión de Gallegos, un plan mediante el cual el presidente Harry S. Truman se proponía un bombardeo a Caracas, una conjura entre Rafael Leónidas Trujillo, de la República Dominicana y Anastasio Somoza, de Nicaragua, complot denominado la conexión Trujillo-Somoza, acción que se llevaría a cabo mediante aviones B-24, desde EUA con escala en Puerto Cabezas, a fin de bombardear Caracas e impedir o perturbar la toma de posesión del maestro Gallegos.
No obstante, la develación del bombardeo se recibe en Caracas con escepticismo, según un despacho norteamericano, ya que los recursos para el ataque son insuficientes y parece una necedad grandísima, más no para la tenaz, temeraria y obstinada conspiración imperial.
Aun así, Gallegos prepara una visita de Estado a Washington, puesto que confía, ingenuamente, en la política del “buen vecino” (Good Neighbor Policy en ingles), doctrina del presidente Roosevelt, subterfugio diplomático por la gran depresión que para el momento agobia a su país (4/3/1933).
Hoy, a la vuelta de más de unos 70 años el presidente Donald Trump y su equipo, parecieran no advertir de que ahora no somos la Venezuela de la década 1940 y, con todo cinismo, asevera, en ofensiva cerril, que “Estados Unidos no descarta la opción militar en Venezuela” (BBC MUNDO 12/8/2017), declaración emitida desde sus “vacaciones de trabajo”, que disfruta en su club de golf en Bedminster, New Jersey State.
Probablemente, pretenda intimidarnos, pues debería saber que un ataque por asalto a Venezuela, no es tan fácil, ya que la resistencia seria frontal y sin contemplación alguna, aparte de las defensas naturales de algunas ciudades tales como las de Caracas, rodeada de formaciones montañosas y costeras, adonde los marines ni aun los Navy SEALs podrían ingresar tan hábilmente.
Ante tal anuncio algunos apátridas que elogian semejante exabrupto quizá ignoren que una intervención militar extranjera implica sinnúmero de atrocidades, que inician por omisión de los DD HH, tan cacareados por sectores políticos bien definidos. Entre otras: pillaje desmedido, violaciones, profanaciones más crueldades insólitas.
En conclusión, esta otra necedad no prosperará, ya que se requiere de condiciones técnicas, éticas, legales (Carta Democrática) y consenso.
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