OPINIÓN

DINERO REPUGNANTE

Isaías Márquez

Por la forma cómo se está logrando disponer del dinero trabajado y ganado honestamente aquí en Venezuela, pareciera algo así que depende de si Mercurio se halla retrógrado o Jupiter en la casa de Venus, este medio para facilitar el tráfico de bienes y servicios se nos ha convertido en una pesadilla, acción repugnante, indeseable y hasta maledicente  tanto para jóvenes y más aún, para los adultos mayores quienes desean disponer del monto de sus pensiones   a objeto de satisfacer, muy escasamente, algunas de sus necesidades ya que no porque sean mayores no tengan  aspiraciones, obligaciones y/o necesidades de cierta envergadura, sobre todo por gastos médicos, pues estadísticamente se demuestra que a escala mundial los ancianos y los niños son quienes más demandan atención y servicios médicos.

Uno de los ejemplos más claros de repugnancia del uso del dinero para ciertas operaciones, como por ejemplo, la venta de órganos. La donación de un riñón se considera un acto de suprema humanidad; sobre todo, si salva una vida. Pero, su venta, por más que el consentimiento sea libre de coacción y bien razonado, nos repugna, aunque no así que miles de personas mueran, anualmente, en lista de espera por un trasplante. Si se permitiera la venta, quizá aumentaría la oferta de riñones para trasplante y menos gente moriría.

Ocasionalmente, nos repugna el valor de ciertas cosas. Pero es fácil explicar el porque. El dinero es, en fin, un medio muy simple de intercambio; fiduciario o metálico, representa un valor para facilitar el uso y disponibilidad de bienes y servicios. Quizá por lo insume nos ocasione tal actitud conductual.

En la sociedad tribal, la forma de obtener lo que se necesita es mediante colaboración; ante un medio sin propiedad, contratos ni mercados, quienes no fuesen colaboradores, no sobrevivían. Ello nos sesga, evolutivamente, a ser solidarios dentro de un grupo pequeño, actitud que no es fácil conseguir en la sociedad actual, tan personalista y desligada de algunas realidades. El dinero es contrario al sesgo solidario.

No es la solidaridad de un comerciante (en la gran sociedad) la que hace que colabore con nosotros, sino su propio interés, tal y como dice Adam Smith en “La riqueza de las naciones”. Y, tiene razón. Con dinero consigues colaboración sin amor ni cariño.