MÉRIDA

Rafael Romero fue un gigante superdotado

FÉLIX BIZOT

**** Honor a quien honor merece: Una saeta en las pistas y un canciller fuera del estadio

A veces nos topamos en   la vida con personas que están dotadas de una condición especial. Se habla en estos casos de seres especiales con talentos  que van   más allá de  lo  común, de lo que se considera normal. Una de estas personas, que no son muy abundantes por cierto, vino a parar a Mérida hace algunos años,  y tuvimos el honor de  trabajar bajo su  sabia tutela. Se trata de Rafael Romero.

   Rafael  Romero Sandrea, “Rafo” para quienes lo admiramos y tuvimos el gusto de conocerlo bastante de cerca, vino a Mérida a fungir como Presidente de la Dirección de Deportes Regional, cuando se llamaba “Fundadeportes”. Al comparar con otros directores de deportes, se puede entender por qué se dio el lujo de trabajar primero con un partido cuando estos eran gobierno, y luego, con otro, al ser estos también. En 1975 fue Director de Deportes del Estado Sucre, en Mérida lo fue al inicio de los 90 y, finalmente en Yaracuy a finales de los 90. Con su dinámica ejecutoria mostró a las claras, cual es la diferencia entre un hombre excepcional, y otros comunes.

     No sólo fue una estrella refulgente  del atletismo  venezolano, donde llegó a escalar posiciones cimeras como la medalla de oro de los Juegos Panamericanos de Sao Paulo, 1963; donde aún teniendo 40 grados de fiebre y con  una  virosis que, prácticamente lo tuvieron que levantar de  la cama y lo llevaron cargado a la pista de atletismo para que corriera los 200 m planos.

      Abanderado en  2 Juegos olímpicos, Melbourne 56 y Roma 60, fue también campeón suramericano, bolivariano, centroamericano y del Caribe e iberoamericano. Mejor Velocista del Mundo (1963). Gran Atleta del Atletismo Sudamericano (1970, 2011), Presidente (e) de la Federación Venezolana de Atletismo, director de Alta Competencia del IND, entre otras posiciones cimeras en el deporte venezolano.  

Nunca olvidaré sus palabras: “A mi me pueden llamar hasta ladrón  si quieren, pero jamás nadie podrá decir que negué el apoyo a un atleta”… Se inicia en 1953 en el Estadio que hoy lleva el nombre de su padre: el mítico José Encarnación “Pachencho” Romero, de Mene Grande, simultáneamente con otro grande de las pistas Víctor “Jimmy” Maldonado.”Rafo”, como lo llaman todos sus amigos,  contaba apenas 14 años. Luego, a los 16 participa en ese gran semillero que fueron los Juegos Shell, patrocinados por la industria petrolera.

   Se graduó en la Escuela Nacional de Educación Física, precursora del Pedagógico de Caracas en 1957 y como entrenador en la Escuela Nacional de Entrenadores Deportivos en 1962.  Luego va a Colonia, Alemania a cursar Especialización en Administración.

   Su extraordinario palmarés plasmado en 100 y 200 metros y el relevo 4 x 100, lo lleva a dos Juegos Olímpicos: Roma y Melbourne, donde fungió como abanderado en ambos eventos (y esto, se dice rápido, pero hay que ver lo que significa). En el interín gana los títulos de Campeón Suramericano en Santiago de Chile, 1960; Centroamericano y del Caribe en Kingston, Jamaica, Campeón  en los Juegos Bolivarianos de Barranquilla, campeón en los IV Juegos Deportivos Panamericanos en Sao Paulo, Brasil 1963, en 200 metros planos, con registro de 21”3, y medalla de plata en el relevo 4 x 100.

Como integrante de esta misma posta, fue Campeón Suramericano, Iberoamericano y Centroamericano y del Caribe, así como medallista Panamericano en Chicago 1959. Notable el hecho que formó parte del único relevo 4×100 de Venezuela que ha podido alcanzar una final olímpica. Ese relevo hasta hoy, es considerado el mejor de todos los tiempos en nuestro país: Arquímedes Herrera, Horacio Estévez, Rafael Romero y Lloyd Murad con Hortensio Fucil como suplente. En Madrid, 1962, se tituló doble campeón iberoamericano de los 100 y los 200 metros planos, tal como lo había hecho dos años atrás en Santiago de Chile.  En estos escenarios del mayor nivel, compartió honores con luminarias de la talla de Leslie Mentor, John Muñoz, HortencioFucil, Víctor “Jimmy” Maldonado, Lancelot Bob, Danilo Cereali (+), Brígido Iriarte (+), Teofilo Davis Bell (+),  Tito Bracho, Héctor Thomas (+), Arístides Pineda, y Gisela Vidal, entre otros…

Rafo participa en las Olimpíadas de Melbourne 1956, con apenas 18 años, y cuatro años más tarde, en Roma 1960. Se le atribuyen en competencias oficiales internacionales un acumulado de 38 medallas doradas. No hay otro venezolano con esa performance revisando sus 15 años de actividad en las pistas de atletismo.

Por sus méritos deportivos como atleta y dirigente, ha recibido numerosos reconocimientos, todos más que merecidos. En su estado natal, fue establecida la Orden al Mérito Deportivo Rafael Romero  del Municipio Baralt (Zulia). Fue exaltado al Salón de los Inmortales del Deporte Venezolano y al Salón de la Fama del Atletismo VenezolanoActualmente da lustre a la Federación Venezolana de Atletismo en el honorable cargo de Canciller Vitalicio. 

Ahora en el otoño de su vida, ya octogenario, sigue levantándose como siempre al despuntar el alba, aunque ahora disfruta en Maracay de su retiro juntamente con su esposa Rosario Rivero, su compañera de más de 50 años, y en contacto periódico con sus descendientes. De vez en cuando se sienta a tomar el café con otra gran gloria del deporte, el legendario Lancelott Bobb, estrella que fue tanto del atletismo como del baloncesto, ambos seguramente rememorarán sus éxitos del ayer.

Rafael Romero Sandrea, Inolvidable e inmortal gloria imperecedera del atletismo venezolano y líder respetuoso de los dirigentes deportivos que supo interpretar como ninguno, las necesidades del deporte y de los atletas de su país. Este redactor, antes que nada, deportista a carta cabal, que se cuenta entre los que tuvimos la suerte de recibir sus sabias enseñanzas, le dedica estas páginas como homenaje y tributo en vida a sus dotes: nobleza y grandeza que se proyectan en el recuerdo.