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Triste realidad, la de Venezuela

 

MÉRIDA DIGITAL

JUDITH VEGA

 

Venezuela: uno de los países más ricos de América Latina. El ubicado al norte de América del Sur y por lo tanto puerta abierta para esta parte del continente. El de las reservas petroleras más grandes del mundo. El de la gente más «chévere». El país del beisbol como fiesta popular y el de las reinas mundiales y del universo.

Venezuela, el país bendecido con hermosas playas, picos con nieve, médanos como representación de los desiertos, bosques, ríos, lagos, lagunas y mar. El país de todos sin distinción alguna: nuestros indígenas, el de los maracuchos, los gochos, los guaros, los llaneros, los caraqueños, los orientales, los centrales y los margariteños: todos iguales, todos hermanos, tíos, padres, madres, cuñados o compadres. El de los magallaneros, caraquistas, tigres, águilas, bravos, cardenales y  caribes. En definitiva, Venezuela el país de la Vinotinto…!!!!

Pero hoy, lamentable realidad la que nos caracteriza: el que tiene algo para comer y el que lentamente muere por falta de comida o de medicinas. Familias divididas entre los que se quedaron y entre los que se fueron buscando una mejor vida en tierras extranjeras. Familias desmembradas porque una bala asesina se llevó al de más edad, al aún joven y fuerte, al pavo que empezaba a conocer el mundo  y el amor juvenil o al chamo, porque la inseguridad no tiene edad.

Hoy, con profunda tristeza e impotencia observamos el incremento de abuelos y niños en la calle pidiendo algo para poder sobrevivir y en este ambiente, encontramos al señor de la fotografía: en la calle, enfermo, sentado en el piso mientras extiende su mano y apela al buen corazón del venezolano, mientras lanza un mensaje de auxilio en su pequeño cartón: Tengo Hambre.

El señor se encontraba en la avenida Las Américas, metros abajo del Circuito Judicial Penal, cerca de una conocida panadería. Es probable que permanezca por esos lares mañana, pasado mañana y así durante varios días…de sol a sol y aún con la persistente lluvia y frío merideño, frente a las grandiosas Cinco Águilas de nuestro gran Don Tulio Febres Cordero, mientras que nuestra amada Venezuela se hunde vertiginosamente en la desidia, abandono y también en las ansias de mantener el poder.