TURISMO

LA DIVERSIDAD BIOLÓGICA DE MÉRIDA – por JORGE PUENTES

La variedad de paisajes a lo largo de los 11 mil 300 kilómetros cuadrados en el territorio del estado Mérida, en la cordillera andina venezolana, le dan atractivo y la hacen interesante.

Los municipios del Páramo, el punto más alta del país, colinda con el Llano. En tanto que, las entidades del norte, se encuentran con el centro occidente, y además, con el Lago de Maracaibo. 

Agregando vistosidad a su riqueza física.

450 montañas con más de 3 mil 50O metros de altura. 600 lagunas de agua cristalina. 12 cuencas hidrográficas. Cinco Parques Nacionales. Cuatro monumentos naturales. Un glaciar con hielo. ¿Cómo puede haber tanta belleza en un sólo lugar?. ¿Y con tanta bondad natural?.

No es igual el ecosistema de un páramo que un bosque andino. No es igual un glaciar que un piedemonte. Ni una duna xerofida que una pradera. Uno es verde y selvático. El otro es arenoso y agreste. Uno es gris y rocoso. El otro es húmedo y pantanoso. El paisaje de sus 23 municipios no es igual. Son crisoles de vida.

En cuanto a los páramos sólo los hay en Ecuador, Perú, Colombia y Venezuela. En Costa Rica. Y en África: Uganda. Son regiones vulnerables y frágiles. Por eso hay qué preservarlos. La posteridad lo reclama. El calentamiento global avanza. La intervención, la industria y la contaminación prosperan. Nuestros nietos tienen el derecho de heredar aire fresco y agua potable. Hay que pensar en ellos.

La naturaleza es frágil y finita. No es eterna e infinita. Lanzar una batería de celular a una laguna bastaría para dejar sin agua potable a una región. Tirar un pañal desechable al bioma de la Cara del Indio o en sus páramos: El Campanario y Los Conejos arremetería contra una cuenca. Es tiempo de reflexionar. Hay que tomar conciencia. No esperemos  más.

Texto y Fotos: Jorge Puentes Reinoza – CNP: 6748

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