¡Defendamos la Democracia! – Por Francisco Castrillo

Los tiempos de incertidumbre siguen andando por cada rincón de nuestro país, la crisis estructural que nos agobia pareciera no tener una solución al corto o mediano plazo. En este contexto, nos encontramos nuevamente con la encrucijada entre votar y no votar.
Siempre hemos apoyado el Voto como la gran herramienta de lucha y la participación, quienes hoy sostienen, nuevamente, el camino de la abstención, debemos recordar los episodios cuando fue planteada como estrategia, sus resultados son más que conocidos, el gran vencedor fue el Gobierno, quien logró apoderarse de todos los espacios, atornillándose cada vez más en el poder, tal cual ocurrió en los años 2005, 2018 y 2020 por mencionar los eventos más recientes.
Quienes hoy llaman a la abstención, deberían responder dos preguntas:
¿Cual es el valor estratégico de un nuevo llamado a la abstención?
¿Cual es la alternativa factible, viable, para que la abstención tenga un impacto real?
Desde el 2018 vengo haciendo esas preguntas, sin obtener respuesta. Uno de los grandes problemas que tenemos hoy en día, es que nos convertimos en una sociedad de diagnostico, pero pésima para proponer soluciones. Pareciera que algunos tienen la extraordinaria capacidad de decir lo que no se debe hacer, pero son incapaces de explicar cómo se debe hacer.
En esta misma línea de ideas, cuando tenemos en frente un escenario de: Reforma Constitucional, Elecciones de Asamblea Nacional, Elecciones Regionales (Gobernador y Consejos Legislativos) y próximamente Municipales, un nuevo llamado a la abstención es simplemente un suicidio. La desmovilización sería terrible en este momento, la abstención sería un error estratégico, al no existir una ruta alterna, por eso el ejercicio democrático debe mantenerse.
En Mérida tenemos una gran oportunidad de reivindicar el extraordinario sentimiento de cambio que se expresó el 28 de Julio, continuar con la movilización, el activismo por la libertad de los presos políticos, por la vigencia de nuestra Constitución que consagra el modelo republicano, frente al avance del Estado comunal, porque sino terminamos de entender que esta terrible situación no la vendrá a resolver nadie, que solo depende de cada uno de nosotros, seguiremos inmersos en la más grande tragedia de nuestra historia republicana.
Francisco Castrillo – Profesor Escuela de Ciencias Políticas ULA