63 años de El Porteñazo: Un levantamiento que marcó la historia venezolana

Un día como hoy 2 de junio de 1962, la Base Naval Agustín Armario en Puerto Cabello fue testigo de uno de los episodios más sangrientos y significativos de la historia venezolana: El Porteñazo. Este levantamiento militar, encabezado por oficiales de la marina y apoyado por militantes de izquierda, buscó derrocar el gobierno de Rómulo Betancourt, quien enfrentaba una creciente oposición debido a su política de represión contra sectores revolucionarios.
Contexto Histórico: Un País en Tensión

A comienzos de la década de 1960, Venezuela vivía una etapa de gran conflictividad política. La transición a la democracia, tras el fin de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en 1958, no fue un proceso pacífico. Betancourt, elegido presidente en 1959, promovió una doctrina que rechazaba cualquier intento de golpe militar y combatía con dureza los movimientos subversivos ligados al comunismo.
Dentro de este clima de polarización, sectores descontentos dentro de las Fuerzas Armadas y grupos revolucionarios veían en la insurrección armada una vía para generar un cambio estructural. El Carupanazo, ocurrido el 4 de mayo de 1962, fue el primer gran intento de rebelión militar contra el gobierno, con una fuerte participación del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y el Partido Comunista de Venezuela (PCV). Su fracaso llevó a la planificación de una nueva ofensiva: el Porteñazo.
Los Hechos: La Rebelión de Puerto Cabello

El 2 de junio de 1962, oficiales de la marina, entre ellos el Capitán de Navío Manuel Ponte Rodríguez, el Capitán de Fragata Pedro Medina Silva y el Capitán de Corbeta Víctor Hugo Morales, lideraron la toma de la base naval y liberaron a los prisioneros políticos que se encontraban en sus instalaciones. Desde Radio Puerto Cabello, emitieron llamados a la insurrección y denunciaron la represión del gobierno.
El gobierno reaccionó con rapidez y ordenó una feroz ofensiva para sofocar la rebelión. Aviones Canberra bombardearon posiciones estratégicas, mientras fuerzas terrestres avanzaban para recuperar el control de la ciudad. El 4 de junio, tras dos días de enfrentamientos cruentos, los insurgentes fueron derrotados, dejando un saldo de más de 400 muertos y 700 heridos. La brutal represión posterior llevó a la detención y ejecución de militares y civiles involucrados.
Premio Pulitzer de fotografía


En 1963 se otorgó el Premio Pulitzer de Fotografía, el más alto galardón de este tipo en los Estados Unidos y uno de los más prestigiosos a nivel mundial, a la fotografía tomada por Héctor Rondón Lovera, del diario La República, de un párroco (el capellán Luis María Padilla) acudiendo al medio de la calle (en el sitio conocido como La Alcantarilla) a socorrer a un soldado herido en los momentos cruciales del tiroteo, a quien sostiene en sus brazos para tratar de ayudarlo.
La foto del padre Padilla auxiliando al Cabo Segundo Andrés de Jesús Quero, plaza del Batallón Piar fue tomada en el crucero de La Alcantarilla, el día domingo 3 de junio, cuando 80 guerrilleros fueron liberados por los militares golpistas y armados, atacaron a las tropas leales al gobierno.
Esta fotografía fue distribuida por Associated Press y salió en muchas revistas de todo el mundo, por ejemplo, en la portada de la revista Life en Español.[8]
Importancia de Recordar el Porteñazo

El Porteñazo representa un capítulo crucial en la historia venezolana, no solo por su magnitud y violencia, sino por lo que simboliza en el debate sobre la democracia y la estabilidad política. Su análisis permite entender las dificultades que enfrentó Venezuela en su proceso de consolidación democrática y las tensiones entre el poder civil y militar.
Recordar esta fecha es fundamental para reflexionar sobre las consecuencias de la violencia política y la importancia del diálogo como herramienta de transformación. La lucha por una sociedad más justa debe darse dentro de los marcos democráticos y garantizar la participación de todos los sectores sin recurrir a la fuerza.
A 63 años de estos hechos, el Porteñazo sigue siendo un testimonio de la compleja historia política venezolana y un recordatorio de la necesidad de aprender del pasado para no repetir los errores que han marcado la vida nacional.
La memoria histórica es esencial para construir un país basado en el respeto, la justicia y la paz.
Ciudad Valencia / Diego A. Trejo