OPINIÓN

Villca Fernández | El desgarrador llanto de un padre: cuando la narcodictadura secuestra a un hijo

DOSSIER VENEZUELA

Por Villca Fernández

En una Venezuela marcada por la represión y el dolor, el testimonio de un padre rompe el silencio. Sus palabras son el eco de un sufrimiento compartido por miles de familias que enfrentan, día tras día, el yugo de una narcodictadura implacable. Su hijo, un joven lleno de sueños y esperanzas, fue secuestrado por el régimen, torturado física y psicológicamente, y reducido a la nada dentro de un calabozo… aunque, hacia afuera, se ha convertido en símbolo de resistencia y de brutalidad institucional. ¿Lo sabrá él?

Con la voz quebrada y el corazón hecho pedazos, este padre ha decidido alzar su voz. Entre lágrimas, relata las interminables noches de incertidumbre, a las puertas del infierno —El Helicoide—, donde día y noche aguarda sin noticias de su hijo. Allí, firme como un roble, se mantiene generando ideas, articulando acciones junto a otros familiares y defensores de derechos humanos para conseguir información sobre su hijo y otras víctimas. Las versiones fragmentadas de testigos apenas logran describir los horrores a los que su hijo ha sido sometido. “No puedo dormir, no puedo comer, no sé si volveré a abrazarlo”, repite con desesperación mientras la impotencia lo consume.

“Mi hijo es víctima de un sistema que ha corrompido toda la estructura judicial: jueces, fiscales, alguaciles, defensores públicos, funcionarios de la Defensoría del Pueblo… Un sistema dirigido por un fiscal general que usurpa su cargo y actúa como brazo ejecutor de la represión, garantizando impunidad a los torturadores. Un sistema cuya política es la tortura más brutal del siglo XXI.”

El padre denuncia que su hijo fue recluido en El Helicoide, un centro de detención que se ha convertido en sinónimo de tortura y horror para quienes se atreven a desafiar al régimen. “El Helicoide es el infierno donde encerraron a mi hijo, y con él, a toda la familia.”

Relata que lo han golpeado, quemado, le han aplicado descargas eléctricas, lo han colgado con esposas en una reja infestada de ratas. Lo han encerrado en un baño oscuro, sin alimentos ni agua, hasta hacerle perder la noción del tiempo.

Y, sin embargo, incluso desde la oscuridad, ese joven sigue resistiendo. Su determinación trasciende las rejas, el dolor y el silencio. “Aun así, sigue luchando y denunciando, porque jamás podrán encarcelar sus ideas ni sus sueños de libertad.”

“Este testimonio no es solo mío”, continúa el padre. “Es el testimonio de miles de familias que viven este horror con un hijo, una hija, un esposo, una esposa, un hermano, una hermana, una madre, un padre… Nos están matando a nuestros seres queridos lentamente en los calabozos, producto de la tortura, el hambre, las enfermedades inducidas y la negación de tratamiento.”

Las imágenes de este hombre conmovieron a la comunidad, recordándonos que detrás de cada detenido hay una familia rota, un dolor silenciado, una lucha por justicia. La dictadura, ajena al sufrimiento humano, sigue desapareciendo y torturando a jóvenes cuyo único “delito” ha sido alzar la voz y soñar con una Venezuela libre.

Este testimonio es un clamor urgente de solidaridad, memoria y denuncia internacional. Cada lágrima derramada por este padre es un grito que exige justicia. Su hijo, y todos los que comparten su destino, no deben ser olvidados.

Fuente: Villca Fernández