COMPARTIENDO DIÁLOGOS CONMIGO MISMO

LA MIRADA DE DIOS ES UNA FLOR DE AMOR QUE ACARICIA

LA VIVENCIAL FLORACIÓN CON EL RESUCITADO: A poco que nos adentremos en su señal, nos reencontraremos con Él. Descubriremos el gozo de vivir y la alegría existencial; que no es otra, que cultivar la pasión de amar, con el entusiasmo de respetarnos entre sí; originándonos un proceder más digerible, como hermanos que somos, a través del culto al abrazo sincero y leal. Posicionarse en su seguimiento es irradiarse, emerger, no tener miedo a nada y tener la confianza de renovarnos cada amanecer.

I.- EL RESUCITADO SE HACE PRESENTE A DIARIO

Moverse mar adentro es reencontrarse,

hallar su presencia y el presente activo,

volverse albor y revolverse a la sombra,

aclararnos y esclarecer nuestra ceguera,

para tornar a la mística de lo armónico.

El Salvador nos espera cada nuevo día,

nos insta a bucear en las eternas preces,

y es benévolo con cada uno de nosotros;

su deseo está en guiarnos hacia el cielo,

en darnos aire y en surtirnos de aliento.

Siempre está ahí, bajo el don de la luz;

haciéndonos ver la influencia del amor,

rehaciéndonos bajo el soplo del querer;

puesto que uno es, lo que existe por Él;

y, anexo a Él, lo somos todo en el flujo. 

II.- EN CADA DESPERTAR HAY UN INÉDITO RETOÑAR

Al romper el alba el Señor nos seduce,

nos enamora y nos incita a alcanzarle,

a perseverar para reavivar el corazón,

a seguirle a pesar de todos los pesares,

de las numerosas caídas en el camino.

Pongamos oído a los aleteos sagrados,

catemos su palabra hasta hacerla vida,

miremos pulso a pulso nuestro pasear,

y penetremos en la liturgia eucarística,

en comunión y en unión para purgarse.

Junto a Cristo todo se renace al amor,

y nada se resiste al mensaje de la cruz,

por el que circula nuestro firme rostro,

dejando un rastro de espíritu benigno,

pues el Redentor nos exime del ocaso.

III.- LA PRESENCIA DE MARÍA NOS RECOBRA

Precisamos de la fortaleza de su Madre,

que asimismo es nuestra vena materna, 

para sentirnos reanimados y animados,

envueltos en la pasión del hallazgo fiel,

como testigos de la naciente naturaleza.

La contemplativa disposición de María,

nos lleva y nos eleva unidos a su Hijo,

mediador entre el Padre y los hombres,

a tomar un nuevo incentivo sin recelo,

con valentía y sin miedo a perder algo.

Formar y conformar nuestra voluntad,

es desarrollar con vientos inspiradores,

esa eterna loa que brota savia fraterna,

que nos revive de bondad y de verdad,

mientras se vive el propósito de servir.

Víctor CORCOBA HERRERO

corcoba@telefonica.net