ECONOMÍA

Colapso inminente de los Mercados Regulados: El Rol de la Política Monetaria – Por Jesús Ernesto Castillo Méndez.

 

En Venezuela, desde hace ya varios años, el Gobierno se ha planteado controlar todas las áreas de la vida económica del país, desde los medios de producción hasta los mercados financieros.

El mercado de valores ha sido prácticamente estrangulado, en 2010 fue intervenido por el Gobierno nacional, luego de se acusara a las bolsas de valores de ser las causantes de la inflación, el diferencial cambiario y la escasez que ya se sentía en el país. A pesar de que el Gobierno aseguró a los clientes de las casas de bolsa intervenidas que su dinero estaba asegurado, nunca recibieron la justa indemnización, acabando así con la confianza de los inversionistas en el país.

El mercado cambiario ha estado completamente controlado por el Estado desde 2003, momento en que se adjudicó el manejo de todas las divisas que entran al país y desde entonces ha establecido diferentes tipos de cambio a lo largo de los años, todos sobrevaluados, es decir, fijados a un nivel mucho menor que el tipo de cambio de equilibrio. Por supuesto, esto ha producido un comportamiento económicamente racional de los agentes, al haber un precio menor al precio de equilibrio de las divisas, son más demandadas que ofrecidas, produciéndose un exceso de demanda y creándose incentivos para vender cada dólar a quien ofrezca un precio mayor al oficial, al margen de las leyes cambiarias impuestas por el Estado, creándose así un mercado negro donde se satisfacen las necesidades de los demandantes. Para satisfacer la demanda de divisas, el Estado debe recurrir a las reservas internacionales, pero como la demanda crece cada vez más, ha tenido que racionar la asignación a lo estrictamente necesario, para seguir manteniendo un tipo de cambio sobrevaluado, de lo contrario, se quedaría sin reservas rápidamente.

La política monetaria del Estado venezolano ha jugado un rol decisivo en esta crisis. El elevado gasto público del Gobierno y su control sobre el Banco Central de Venezuela, ha permitido la monetización de los déficits fiscales, lo que ha llevado a un aumento injustificado de la oferta monetaria, causando niveles muy altos de inflación, es decir, un aumento sostenido en el nivel general de precios y la disminución del poder adquisitivo de nuestra moneda, lo cual, por supuesto, ha influido en el comportamiento de dos variables fundamentales, el tipo de cambio y la tasa de interés.

El tipo de cambio en Venezuela ha aumentado aceleradamente, sobre todo en los últimos meses, debido a la combinación letal de dos escenarios, el aumento en la demanda de divisas y una contracción en su oferta, lo que ha provocado un círculo vicioso de devaluación de nuestra moneda.

Los mercados financieros no han escapado al efecto de las regulaciones. En Venezuela, la tasa de interés nominal es artificialmente baja, ya que es fijada por el Banco Central de Venezuela y no por la interacción entre oferentes (ahorristas) y demandantes (inversores) de dinero. En una economía hiperinflacionaria, es de esperar que muchas personas pidan préstamos, pero a su vez, menos estarán dispuestas a mantener sus ahorros depositados en un banco, ya que en un año su dinero habrá perdido poder adquisitivo, lo cual no tiene sentido. A las actuales tasas de interés, el dinero ahorrado no es suficiente para cubrir la demanda de inversión.

Es urgente desmontar el control cambiario, y, al hacerlo, el tipo de cambio debe ser el que surja de la interacción entre oferentes y demandantes de divisas, que concurren a las entidades bancarias para grandes transacciones y casas de cambio  para operaciones al por menor, ya que solo este tipo de cambio responderá a las necesidades reales de la economía nacional. De igual forma, es necesario que la tasa de interés quede establecida de acuerdo al punto de equilibrio en que los ahorristas estén incentivados a mantener su dinero en el banco y que este dinero depositado sea suficiente para cubrir la demanda de quienes deseen pedir un préstamo para sus emprendimientos y actividades productivas. Para que estos dos macro-precios (tipo de cambio y tasa de interés) sean estables en el tiempo y representen una señal clara que permita una eficiente planificación individual de los agentes económicos, se hace indispensable la aplicación de una política monetaria contractiva, que a partir de la destrucción de base monetaria por parte del Banco Central (a través de operaciones de mercado abierto, ventanilla de descuento y operaciones cambiarias), drene la liquidez monetaria innecesaria y ajuste así la oferta monetaria a la oferta real de bienes y servicios de la economía, lo que permitirá el correcto funcionamiento de las transacciones financieras gracias a las señales confiables que darán los macro-precios formados por el mercado. Si esto sucede, la economía nacional crecerá, lo que provocará un aumento en la oferta real de bienes y servicios y, posteriormente, será necesaria la implementación de una política monetaria expansiva,  justificada por el crecimiento económico, para adaptar la oferta monetaria al nuevo tamaño de la economía, sin que esto provoque inflación ni otros desequilibrios.

Cuando el Gobierno interviene en los mercados, estableciendo de manera arbitraria regulaciones en ellos, los desequilibrios entre la oferta y la demanda serán cada vez mayores, impidiendo el correcto funcionamiento de estos.

En Venezuela necesitamos libertad económica, es hora ya de abandonar la idea de que el Estado es un mejor planificador económico que el mercado libre, que no es más que la suma de los resultados de la planificación individual de cada agente. Ha quedado demostrado en nuestro país que cualquier regulación que no tome en cuenta las leyes económicas, y pretenda establecer puntos de equilibrio distintos al formado por la interacción entre la oferta y la demanda de cualquier bien, generará condiciones irreales que rápidamente serán reconocidas por los agentes y sus necesidades no podrán ser satisfechas de manera eficiente.

 

 

 

Estudiante del Octavo Semestre de Economía en la FACES-ULA.

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