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De abogado a chef autodidacta: el venezolano que puso a Tokio a comer arepas

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Raúl Márquez nunca se planteó ser chef, pero siempre estuvo dispuesto a reinventarse y asumió cada cambio como una oportunidad, incluso cuando eso implicó aprender a cocinar. YouTube fue su escuela, la constancia su método y el amor su mejor ingrediente. Así nació una propuesta impensable: introducir la arepa como una experiencia completamente nueva para quienes nunca la habían probado en Japón.

Tokyo Arepa no es el típico food truck, es una marca de comida saludable, libre de gluten y cargada de identidad que ha sabido posicionarse muy bien en el mercado local.  Aquí se traza el recorrido y lo más sabroso apenas comienza. El creador detrás de este proyecto conversó con La Patilla y reveló su dedicación para convertir la comida criolla en una tendencia culinaria al otro lado del mundo.

La trayectoria profesional de Raúl, previa a esta aventura gastronómica, estaba marcada por el fuerte arraigo al ámbito legal de su familia. «Soy abogado de profesión y licenciado en ciencias fiscales. Vengo de una familia de abogados, mis hermanos y mi papá. Siempre trabajé con mi papá en su firma y después fui funcionario de los tribunales del Poder Judicial por muchos años, hasta que me fui a vivir a Canadá en el 2008 o 2009».

Emigrar a Asia fue producto de un encuentro fortuito en Norteamérica que redefinió su futuro. «Elijo Japón como destino por mi esposa, ella es japonesa. Nos conocimos estudiando en la ciudad de Vancouver (…) yo estaba entre llevar a mi esposa para Venezuela o yo me iba para Japón a explorar un año para estudiar el idioma porque me interesaba bastante la cultura japonesa. Entonces, me decidí por la segunda opción y nunca volví».

@tokyoarepa

“En realidad, mi intención era irme a otro país. Quería estudiar, hacer otro postgrado en la Universidad de Nueva York y también tenía otras opciones en la Universidad de Leiden, en Holanda, pero bueno, dije: ‘voy a hacer un año de japonés en Japón’, y la aventura se extendió 13 años, el tiempo que tengo hoy en día acá”, agregó. 

La adaptación a una sociedad tan distinta exigió una actitud entusiasta y el apoyo fundamental de su pareja para navegar las complejidades del idioma y los trámites cotidianos, pues la barrera lingüística representó el primer gran desafío. «Algo positivo que puedo decir es que siempre estoy abierto a aprender (…) Al principio, claro, cuando estás solo, probablemente hubiera sido más difícil, pero cuando tienes a alguien a tu lado que es de la cultura, tanto por la parte del idioma y por la asistencia, eso ayudó bastante».

Ingenio a todo motor

El concepto del negocio surgió en medio de la incertidumbre que azotó al mundo producto de la pandemia en 2020. Raúl y su esposa estudiaron el mercado local y detectaron una oportunidad única al notar la ausencia de representación venezolana en la oferta gastronómica: «Tokyo Arepa nació en la pandemia (…) en el lockdown nos tocó trabajar remoto. Una tarde viendo programas de televisión había un programa en el canal nacional, NHK, de food trucks (…) nosotros ya teníamos esa semilla de: ‘cónchale, algún día, de repente, se pudiera abrir algo de Venezuela, con un cafecito, donde vendan arepas acá en Japón, ¿por qué no? Si una ciudad tan grande como Tokio, donde hay comida de casi todas partes del mundo, ¿por qué no tener un espacio donde se vendan arepas también?’ Y bueno, entonces de allí, viendo el programa de televisión de los food truck, mi esposa vino con la idea y dijo: ‘Raúl, ¿y si montamos un food truck?’ Y entonces nosotros, viéndolo así, pensamos que es una buena idea”.

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“No lo dejamos pasar. Creo que al día siguiente, ya mi esposa había buscado ahí mismo en el teléfono unos seminarios para food trucks, para emprendedores que quieran montar un food truck en Tokio (…) tuvimos nuestro primer seminario, y vimos cómo funcionaba todo», añadió el criollo. 

Uno de los mayores retos iniciales fue ajustar el diseño del vehículo a las estrictas regulaciones urbanas de la metrópolis, lo que los obligó a tomar decisiones precisas sobre el espacio de trabajo disponible. «Los trucks deben tener ciertas dimensiones y no pueden ser tan grandes. Entonces, nosotros nos decantamos por el truck más grande o uno de los más grandes que se puede tener acá en Tokio. Pueden caber dos, tres personas máximo trabajando al mismo tiempo».

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No obstante, asegurar el suministro de ingredientes esenciales se convirtió en una odisea logística donde a veces los precios alcanzaban niveles exorbitantes, llegando al punto en que, una vez, Márquez tuvo que pagar sobreprecios. «Y empezó el tema de dónde conseguir las cosas, dónde podemos conseguir harina PAN, y en ese momento, como siempre viajábamos a Estados Unidos o alguien viajaba a Estados Unidos, siempre nos traíamos cinco kilitos, tres kilitos o por ahí, o alguien mandaba. Una sola vez me llegué a quedar sin harina PAN, compré por Amazon harina PAN en 18 dólares, casi que 100 dólares por 5 harinaS, y bueno, qué iba a hacer”, relató entre risas.

Arepa con acento nipón

La oferta culinaria combina lo más tradicional de la gastronomía venezolana con atrevidas fusiones locales para complacer tanto al purista como al comensal japonés aventurero, con inventos donde el wasabi y el maíz coexisten. «Llevé la catira, la reina pepiada, que no puede faltar, es nuestra estrella, básicamente porque a los japoneses les gusta mucho el aguacate (…) También están la pelúa, la llanera y otras creaciones por ahí que hemos hecho acá que probablemente no han sido tan populares, pero las hemos creado, he creado arepas con rellenos totalmente veganos. En Tokyo Arepa inventamos una arepa con sushi de mero, aguacate y un toque de camarón, llevaba limón, entonces era una arepa totalmente cruda y la arepa como tal, hicimos una masa de wasabi».

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Por otro lado, el equilibrio entre la vida personal y profesional es una etapa compleja para Raúl quien evidenció su dedicación sin descanso como emprendedor. Asimismo, trabajar con su pareja representó un cambio significativo que lograron afrontar sin afectar la operatividad del negocio. «Afortunadamente hemos encontrado un balance donde hemos definido nuestros roles cada uno y bueno, hemos podido llevar el proyecto adelante de una manera bien gratificante«, contó.

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La respuesta del público local fue todo un boom, quienes hacen largas colas para comprar y valoran especialmente el perfil saludable y libre de gluten de la arepa, lo que generó una fidelidad que trasciende la simple curiosidad inicial de los transeúntes.

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“El momento más satisfactorio es ver a los comensales japoneses que vuelven. Hay personas que vienen, saben lo que van a pedir, piden un papelón con limón, una reina pepiada y compran una harina PAN, y son personas que probaron la arepa con nosotros, ya aprendieron a hacer arepas, vienen con los niños. Es bien bonito estar en un país donde tú introduces un plato que en realidad era inédito para una sociedad y ya hoy en día muchas personas vienen por nosotros”.

Nostalgia a la carta

Raúl reconoció su naturaleza inquieta y polifacética, por lo que aspira a que su creación trascienda su propia gestión. Su sueño es delegar el mando de Tokyo Arepa para ver prosperar la marca en manos de nuevas generaciones, permitiéndole observar el éxito desde otra perspectiva. «En realidad quisiera que Tokyo Arepa lo llevara adelante alguien más o formar un equipo donde yo no sea el líder y ver que el nombre de Tokyo Arepa siga allí y crezca con otro grupo adelante, creo que ese es mi anhelo. Ver que sea manejado por un grupo de jóvenes, chef y marketing».

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Aún así, el deseo de volver a Venezuela también tiene un propósito claro: demostrar a los suyos su evolución y experiencia como chef. «Nadie de mi gente, de mi familia ha visto qué es Tokyo Arepa, solamente ven por redes sociales y cómo aprendí a cocinar. Vengo de trabajar en la oficina y me convertí en un chef (…) Me encantaría tener un evento allá, donde pueda invitar a mi familia, a mis amigos y que vieran todo esto tan bonito que he aprendido acá en Japón y que aprendí a cocinar comida venezolana estando fuera de mi país».

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En tal sentido, la nostalgia se manifiesta además en el deseo de recorrer nuevamente las calles caraqueñas y reencontrarse con la sazón local y el calor humano. A pesar del éxito en Asia, lo que más añora son los detalles cotidianos y la geografía que define su identidad. “Mi mamá, mi familia, los niños, todo. Venezuela es muy linda, las calles, El Ávila. Hoy en día hay tantos emprendimientos que se ven tan deliciosos, que quisiera ir a Venezuela a hacer un tour solamente gastronómico (…) y compartir con la gente bonita, su calidez. Viajaba mucho en Venezuela, extraño estar en mi casa, levantarme en la mañana y ver El Ávila y que mi mamá me haga una arepa, eso es lo que más extraño de todo».