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El ejemplo judicial de las mujeres – Jorgeá Sánchez Vargas #Elmadrigal

En las últimas horas, Colombia ha presenciado un hecho que marca un antes y un después en su historia judicial y política. Una mujer, la jueza Sandra Liliana Heredia, fue la encargada de dar a conocer el sentido del fallo en el proceso contra el expresidente Álvaro Uribe Vélez, acusado de manipulación de testigos y fraude procesal.

Más allá de las controversias, el acto tuvo un valor simbólico y real. Mostró que la justicia puede ser firme, independiente y, sobre todo, humana, cuando quienes la administran actúan con integridad. La presencia de las mujeres en la justicia no es nueva, pero sigue siendo desafiante. Igual que sus colegas hombres, enfrentan presiones, amenazas y cuestionamientos.

Sin embargo, con frecuencia, se resisten con una valentía que marca la diferencia. Heredia, al iniciar una audiencia histórica, recordó que “la justicia no se arrodilla ante el poder, ni ve nombres, ni cargos, ni estaturas”. Su voz resonó en un país necesitado de ejemplos éticos y de decisiones que recuperen la confianza ciudadana.

A lo largo de la historia, hay mujeres que han dejado huella en el derecho. Desde Ruth Bader Ginsburg, jueza de la Corte Suprema de Estados Unidos, quien defendió la igualdad de género y los derechos civiles, hasta Gabrielle Kirk McDonald, quien presidió el Tribunal Penal Internacional para la ex-Yugoslavia, demostraron que el liderazgo femenino en la justicia es capaz de sentar doctrinas y abrir caminos hacia sociedades más justas.

El proceso contra Uribe, más allá de su desenlace, es una oportunidad para reflexionar. El país sigue atrapado en un laberinto de conflictos sociales, corrupción y desconfianza. Sin embargo, episodios como el de ayer, en la lectura del sentido del fallo, recuerdan que el principio de igualdad ante la ley no es una quimera, sino una meta alcanzable cuando los jueces, sin importar su género, actúan con independencia.

Sandra Liliana Heredia envió un mensaje que trasciende el caso que tiene en sus manos. Con firmeza sostuvo que “el derecho no puede temblar frente al ruido” y que “la ley, como la muerte, no exceptúa a nadie”. Sus palabras, serenas pero contundentes, son un llamado a rodear de respeto las decisiones judiciales, incluso en medio de la polarización.

Que el fallo de esta jueza recuerde a Colombia que la justicia, cuando se ejerce con rigor y ética, no se arrodilla ante nadie. Que las mujeres, lejos de ser espectadoras, siempre estén en primera línea defendiendo el derecho, sentando precedentes y abriendo camino para que, algún día, la igualdad no sea una promesa, sino una realidad, no solo en casos ante la Justicia sino en cumplimiento de sus deberes en cualquier dependencia pública o privada en la vida diaria.

Que este llamado sirva también para nuestra propia tierra: en Boyacá hay pillos sueltos, hay corrupción que corroe instituciones y roba el futuro de la gente honesta. De labios para afuera claman justicia, pero en los hechos, son ellos los que creen que la ley es para “los de ruana”, aunque ellos la usen. Es hora de que las autoridades locales, la ciudadanía, los y las jueces de nuestro territorio, asuman con valentía el deber de aplicar la ley, sin mirar apellidos ni influencias. Porque solo así se dejará de ser cómplice del silencio y avanzar hacia una sociedad donde la justicia, de verdad, alcance a todos. Sin favoritismos y sin miedo.

jorsanvar@yahoo.com