SUNDDE y el estado de la naturaleza – La Guerra de Todos contra Todos – Por Marcos Morales Q
Artículo de CONINDUSTRIA:
SUNDDE y el estado de la naturaleza – La Guerra de Todos contra Todos
SUNDDE: ¿Institución desestabilizadora?
La Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos “SUNDDE” ha sido el instrumento de gobierno más efectivo a los fines de atemorizar a los agentes económicos de Venezuela, sus consumidores, productores, distribuidores y comercializadores, con relación al abastecimiento seguro de los servicios y bienes necesarios para el funcionamiento de la economía.
El gobierno nacional considera que los problemas de desabastecimiento, hiperinflación y empobrecimiento a niveles miserables de toda la población, es consecuencia de una guerra económica contra el régimen, siendo sus responsables o actores directos una nebulosa organización que incluye países extranjeros, empresas transnacionales, el sistema financiero internacional, los dirigentes revolucionarios renegados o traidores de la revolución, las universidades, los intelectuales, los estudiantes, los productores nacionales, los comerciantes, y cualquier fuerza mal intencionada, indiferenciada, a determinar de acuerdo con las circunstancias políticas de ocasión.
Cualquier observador imparcial que analice la situación del país, se remitiría al desempeño o resultados de la gestión de gobierno en su impacto sobre la economía, en especial, los últimos cuatro años de gobierno. Desde el año 2013, los ingresos externos han caído dramáticamente, tanto por los ajustes en los precios internacionales del petróleo, como por la caída pronunciada y continua de la producción petrolera; solamente en el año 2017 (Diciembre 2017-Diciembre 2016) la producción ha disminuido casi en casi 30%.
A pesar de haberse obtenido ingresos externos mayores a un billón de US$ en los últimos 18 años, el régimen no previó algún fondo de compensación para los períodos malos; por el contrario, se esforzó en una política económica, que en la economía se conoce como macroeconomía populista, que significa alto endeudamiento público financiado mediante inflación, apreciación del tipo de cambio, pérdida de competitividad de la economía, creación de mecanismos distorsionadores de precios, así como controles arbitrarios anti mercado.
Adicionalmente, el régimen ha añadido elementos de las instituciones totalitarias del comunismo, como son, el desconocimiento de los derechos de propiedad, confiscaciones de empresas productivas sin compensaciones a sus propietarios, regimentación y acuartelamiento de la economía, la creación de un ejército de burócratas entrenados en la sevicia contra los propietarios, la creación de miedo e incertidumbre del abastecimiento seguro mediante los dispositivos caóticos contra los establecimientos privados, obligando a vender sus mercancías por debajo de los costos de adquisición y de reposición. El régimen está violentando y destruyendo los mecanismos naturales de abastecimiento seguro de la población; los productores y distribuidores privados, actualmente, y a pesar de de la política de terror, son los canales que garantizan más del 80% del abastecimiento.
Dado el estado de incertidumbre creado por la política económica del régimen, la población se encuentra en un estado de indefensión ante la barbarie. Los operativos oficiales contra los comercios se ejecutan conjuntamente con la presencia de colectivos y montoneras agresivas, que convierten dichos eventos, en espectáculos peligrosos para la convivencia ciudadana.
Carlos Marx señalaba que la violencia era la partera de la historia; este intelectual, inspirador y padre creador de las ideologías socialistas comunistas, venerado ideólogo de los principales dirigentes de este régimen, consideraba que había que fomentar la violencia revolucionaria, la guerra revolucionaria contra lo que el denominaba la burguesía.
La sociedad se encuentra en su estado de naturaleza, según Thomas Hobbes, es decir la barbarie. Cuando la belicosidad y enemistad primigenia del ser humano no se encuentra regulada ni delimitada por fuerzas civilizatorias, es cuando el hombre se vuelve un lobo contra sí mismo. El Estado de la Naturaleza del hombre es la anarquía.
Los incentivos del estado de la naturaleza, los incentivos para la violencia entre los miembros de especies inteligentes (los hombres), según Hobbes, son tres:
• Competición > ejercicio de la violencia para obtener beneficios de la propiedad del otro (dueños del ganado, de tierras, propiedad de otros hombres, de sus esposas, hijos, etc.)
o Consecuencia de agentes que luchan por sus intereses particulares, de mafias, bandas, etc.
• La inseguridad > usan la violencia por seguridad para defenderse de la violencia de los competidores
o La competición genera miedo, hay que defenderse del miedo mediante la represalia al agresor.
o Para escapar de la trampa hobbesiana es más sensato usar una política de disuasión, de amenaza; de represalia.
• Reputación o gloria > la violencia por pequeñeces, como una palabra; una sonrisa.
o Si nuestro adversario cree poder eliminarnos al primer golpe, no tiene motivos para esperar represalias. Y si cree que, después de atacarnos, podemos racionalmente aguantarnos las ganas de represalias porque en ese momento ya es demasiado tarde para que sirva de nada, quizás se aproveche de esa racionalidad y nos ataque impunemente. Sólo si estamos dispuestos a refutar cualquier sospecha de debilidad, a vengar todas las ofensas y saldar todas las cuentas pendientes, será posible la política de disuasión.
Para evitar el estado de naturaleza, aparece el estado que encarne la voluntad del pueblo, el Leviatan, que tenga el monopolio del uso de la fuerza. “Al infligir castigo a los agresores, el Leviatan puede suprimir sus estímulos para la agresión, calmando a su vez las ansias generales sobre el ataque preventivo y haciendo que sea innecesario tener preparado el gatillo de la repesalia para demostrar revolución. El Leviatan es un tercero imparcial”1 Los estados civilizados buscan el bienestar de sus pueblos, resguardar las riquezas de sus ciudadanos, nunca buscan la destrucción de las propiedades y derechos de sus ciudadanos.
Cuando un estado atenta contra la seguridad y tranquilidad ciudadana, está fomentando la creación de un estado de naturaleza, un estado caótico, un estado que no representa la voluntad general de sus ciudadanos, un estado creador de caos y confusión.
El estado como institución creada por el hombre debe estar sometida la voluntad del soberano, la voluntad mayoritaria de los ciudadanos. Como lo señaló el Presidente norteamericano, padre fundador de Estados Unidos, James Madison “Si los hombres fueran ángeles, no haría falta gobierno alguno. Si fueran ángeles quienes gobernaran a los hombres, no haría falta ningún control interno ni externo sobre el gobierno” Por su parte, Pinker agrega, “Y así el ideal de la separación de poderes de Locke tomó forma en el diseño del nuevo gobierno porque “debe haber ambición para contrarrestar la ambición”. El resultado fue la división del gobierno en las ramas ejecutiva, legislativa y judicial; el sistema federalista (estados y gobierno nacional); y elecciones periódicas para obligar al gobierno a prestar atención a los deseos del pueblo y transferir el poder de manera ordenada y pacífica.
Venezuela debe buscar la manera más civilizada de controlar el estado de naturaleza que se cierne ominosamente como una sombra oprobiosa sobre nuestras familias. Es necesario un Leviatan civilizado y equilibrado que traiga bienestar a sus ciudadanos. Nos corresponde a cada venezolano, contribuir con los recursos que cada quien posea, que al coordinarse se vuelven una fuerza indetenible, para evitar la barbarie. Ojalá, los poderes fácticos históricos, puedan contribuir con una salida civilizada ante esta encrucijada existencial.
Autor: Marcos Morales Q / Gerente Estudios Económicos y Legales / CONINDUSTRIA