REPORTAJE ESPECIAL

El papel de las diásporas en la transición democrática de Cuba y Venezuela

 

PANAM POST

 

Empiezo por recordarles lo que el profesor cubano Juan Antonio Blanco y otros autores en el tema vienen sosteniendo: que en la actualidad se está desarrollando un nuevo paradigma interpretativo del fenómeno migratorio mucho más positivo e integral  que el tradicional, aún vigente, el cual asocia las enormes olas de emigración de hoy en día en el mundo a un “juego suma cero”, de pérdida de capital humano.

Por el contrario, el nuevo paradigma busca la adopción de nuevas políticas migratorias que resulten en beneficio compartido entre las partes involucradas; que faciliten “la circulación de talentos”  emigrados  poniéndolos al servicio  de proyectos de desarrollo en sus países de origen; y que se dirijan  a obtener un Brain Gain (no un Brain Drain) aun si se mantiene un flujo constante hacia el exterior de profesionales.

Los autores insisten que todo esto es posible en las  actuales condiciones tecnológicas que vive el mundo  y si se hace en forma adecuada.

Los autores parten de la base de que las denominadas “diásporas” constituyen una especie de “comunidades transnacionales” que poseen y transfieren a sus países de origen no sólo capital financiero y económico a través de remesas, sino también capital humano (conocimientos, habilidades, ideas, experiencias, valores, informaciones) y capital social (redes de contacto útiles que facilitan el acceso a diversos tipos de recursos), los cuales constituyen –estas dos últimas- las denominadas  “remesas de conocimiento”.

Es más, argumentan que es cada vez más evidente que las diásporas o comunidades de emigrantes  albergan mucho más capital humano que el que se deposita exclusivamente en sus profesionales y científicos de primer nivel en sus países de origen,  porque los emigrados adquieren importantes habilidades, experiencias y acceso a redes sociales de gran utilidad para gestionar capitales u otros recursos que no poseen en forma directa. Esto es tan importante, que además de otras iniciativas mundiales, Cambodia crea en 2010  la Universidad de la Diáspora para impartir clases a distancia haciendo uso de  las tecnologías digitales e internet con programas académicos.

La  gran importancia que hoy en día han adquirido las diásporas y especialmente sus remesas de conocimiento, hace más imperioso su transmisión  de manera estructurada, mediante programas institucionales con la participación de las diásporas concertadas con organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, de los países de origen y acogida.

Ahora bien, tomando en cuenta su importancia y poder, los autores también señalan que las remesas de conocimientos que transfieren las diásporas representan un posible e importante  canal de información y educación para el desarrollo democrático tanto en sociedades  abiertas, como en sociedades cerradas o semi cerradas con regímenes autoritarios.

Y en efecto, las remesas de conocimiento de las diásporas tienden a resquebrajar las palancas de poder que siempre utilizan esos regímenes, que son el control de la educación, las informaciones y la producción académica. Precisamente por eso, los regímenes autoritarios, en particular los de vocación totalitaria, tienden a protegerse de  cualquier influencia exterior y tratan de obstaculizar los contactos entre la población residente en el país y sus diásporas.

 

Esos regímenes saben que ese contacto expone a sus ciudadanos bajo ideas, informaciones, experiencias, habilidades,  valores democráticos, y hasta  opciones de organización de la economía, la sociedad y el sistema político que hacen más difícil su tarea de sometimiento y control de las poblaciones.

De allí la necesidad  de fomentar las interrelaciones entre las poblaciones residentes  democráticas y  las diásporas  democráticas, es decir, las  llamadas circulaciones de talentos.

Esta necesidad se hace imperiosa en la América Latina actual donde se está desarrollando una enorme ola de emigrantes proveniente especialmente de países bajo regímenes autoritarios o abiertamente dictatoriales, que cada día se asienta más en los Estados Unidos y en Europa. Estas diásporas de países como Venezuela, Cuba, Bolivia y Nicaragua, podrían  jugar un papel valiosísimo en los procesos de crisis, resistencia y transición democráticas que actualmente se dan en sus respectivos países.

¿Qué hacer?

Lamentablemente, existen muy pocos estudios sobre el papel democrático que pueden jugar las diásporas actuales, especialmente las latinoamericanas. De esos pocos cabe destacar el informe coordinado precisamente por Juan Antonio Blanco “La diáspora cubana  en el siglo XXI” (2011) y el texto del mismo autor “Remesas del conocimiento. Del Brain Drain al Brain Gain” (2012), ambos de lectura imprescindible en especial para los líderes venezolanos y cubanos actuales.

Según esos estudios, una de las primeras tareas que se deben realizar para fomentar el papel político de las diásporas, en particular el que pueden jugar en los procesos de crisis, resistencia y transición democráticas, es estudiar estas diásporas en profundidad.

Se requiere la conformación de grupos de estudios, de académicos y profesionales creativos e innovadores de latinoamericanos residentes en su país de origen y emigrados que trabajen en el conocimiento cabal de las diásporas (sus naturalezas, cantidad, especificidades, patrones de comportamiento, entre otros elementos). Sin un diagnóstico previo de parte del problema y de la solución es imposible adentrarse en el papel político-democrático que las diásporas pueden jugar.

En segundo lugar, luego de conocerla, es imprescindible la organización  y formación de las diásporas para que efectivamente sirvan de puente de transmisión de remesas de conocimiento político y desarrollo democrático. Aquí también se hace necesario la creación de grupos  integrados no sólo de académicos y profesionales, sino de líderes políticos de la diáspora que, junto con sus pares residentes en los países de origen, tengan la voluntad de construir  un nuevo y democrático proyecto nacional compartido para su país; que estén dispuestos a elaborar un plan de resistencia conjunto, de transición democrática y de desarrollo futuro en que se incluya  un plan de retorno de las diásporas.

Para esta tarea, es vital la conformación de  alianzas con instituciones y empresas del sector privado y con ONG especializadas en el tema; la puesta  en marcha de  una infraestructura de información y comunicaciones modernas; y la creación de instituciones virtuales de aprendizaje a objeto de  transformar los sistemas de formación de capital humano.

Pero lo más importante, es que los líderes políticos  de ambas partes se reconozcan y se respeten.  El respeto y el diálogo requieren del reconocimiento de derechos de participación pluralista en tales intercambios y de un clima humano y político que los garanticen y los promuevan. Así de simple, así de difícil.