Triste domingo – Por Aliana Abreu

Anoche me dormí temprano, y hoy domingo me despierto con la triste noticia de un suceso que lamentablemente se veía venir, pero nadie hizo nada para evitarlo.
El hecho: un muerto y varios heridos en una estación de servicio aquí en Tabay, cerca de mi casa.
El detonante: un joven que intentaba colocar gasolina a su carro, una explosión de ira, unos funcionarios de los cuerpos de seguridad que en la mayoría de los casos abusan de su autoridad, cientos de personas cansadas, exahustas, tras pasar días en cola para comprar, por mucho menos de lo que cuesta un caramelo, 20 ó 30 litros de combustible.
Desconozco los detalles del suceso, pero me impacta porque es algo que pudo pasarme a mi o a mi vecino, o a cualquier persona cercana a mi entorno.
Todos (al menos en Mérida) estamos padeciendo un calvario para poder colocar gasolina a nuestros vehículos. Se nos consumen días y horas preciosas del tiempo en una cola de 400, 600, 1000 y hasta más carros, cuyos conductores tienen la misma necesidad. Y mientras tanto no hay autoridad que controle nada, ni el desorden, ni la anarquía, ni el bachaqueo, ni la matraca de los funcionarios (GNB y policías) y dueños de estaciones de servicio, ni las fulanas listas, ni los pagos en moneda extranjera, NADIE controla nada.
Y esto que escribo no me lo contaron, lo han visto mis ojos; hace poco más de una semana estaba en una estación tratando de echar gasolina a mi carro y pude constatar lo que afirmo: cola VIP, esa a la que sólo acceden los amiguitos del guardia que está a cargo o los que pagan en verdes, o los que llegan orgullosamente con su uniforme militar o con su carnet de funcionario; el discurso descarado y además barato de ese mismo guardia al pedirle explicación sobre esa irregularidad y otras tantas más, como por ejemplo que teniendo en los tanques de las estaciones 38 mil litros de gasolina, se surten menos de 500 carros de la cola de «los pendejos» (esa que nos roba días y horas de vida a quienes no tenemos acceso al área VIP), mientras que por la cola de los privilegiados no sólo tardan apenas 10 ó 15 minutos sino que además les cargan el tanque completo.
Así estamos y es un triste panorama.
La verdad no sé qué pensar. Pero lo ocurrido sin dudas debe llamar a la reflexión de todos, y en especial de quienes tienen la autoridad para hacer algo en este difícil escenario. Y yo sigo aquí, decidida a hacer lo que me toca, luchando cada día para levantar a mis hijas en el país que las vio nacer, esforzándome para que, pese a los obstáculos, no falten al colegio, para que sean mujeres de bien, ciudadanas respetuosas de las normas, para que valoren lo poco y lo mucho que sus padres hemos podido brindarles. Porque definitivamente es en ellas donde yo voy a dejar sembrado el futuro que deseo para mi Venezuela.
Aliana Abreu/CNP: 12420