OPINIÓN

Deuda e inflación

 

Isaías A. Márquez Díaz

La economía venezolana gira entre la deuda soberana y la inflación. La gerencia descabellada de las finanzas públicas ha provocado una  megadevaluación de nuestra moneda –el bolívar fuerte- (¿?), ya que desde 2012 los mayores recursos se destinan a saldar los compromisos financieros. El estrato más pobre de la población es el que soporta la carga más fuerte por el alza de los precios –espiral inflacionaria-.

Al cierre de 2017, muy próximo a culminar, nuestra economía  marca durante casi tres años consecutivos, desde 2014, la caída más abrupta y prolongada de su Producto Interno Brito (PIB) de un país de América Latina: cerca de un 25 %. Ni siquiera el gasto público determina su crecimiento, tal y como ocurre en 2012, cuando crece en un4, 0 %, sin ampliación de la capacidad productiva.

Por otra parte, la desinversión en Venezuela obedece a las políticas que ha emprendido el gobierno nacional, que se expresan en el desconocimiento de los derechos de propiedad, así como la ausencia de reglas claras para los inversionistas, bajo lo cual ha propiciado la fuga de capitales, financiada, indirectamente, por el propio gobierno mediante la colocación de deuda en US$, ahora en yuanes, pagadera en bolívares devaluados.

Así, el Estado o gobierno venezolano propicia un progresivo y riesgoso incremento de la deuda pública que, hoy por hoy, cuestiona la viabilidad de las finanzas públicas, desaciertos que han ocasionado la megadevaluación de nuestro signo monetario, la manera expedita como se cancela la deuda interna en Venezuela, que ahora el oficialismo denomina, olímpicamente, “guerra económica”, fenómeno etéreo  del cual los  burócratas revolucionarios son responsables  únicos y directos.

Los efectos de la deuda son catastróficos; la externa, hay que honrarla en moneda extranjera y, por tanto, mientras más tenga que cancelar el capital más los intereses, menos divisas habrá para las importaciones y, en efecto, mas presiones sobre el tipo de cambio oficial, semillero del “DOLLAR PARALELO”, que ya rebasa los cien mil bolívares.

El gobierno promueve la devaluación y, con ello, licúa  los saldos de esa deuda perversa, hoy día desvalorizados por el incremento de los precios. Los costos de la deuda son elevadísimos para la población, en general. Desde 2012 es el renglón al que mayores recursos se asignan, en detrimento de la salud y la educación.

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