La ASAC visibiliza la pobreza menstrual en Mérida y hace un llamado urgente a la acción con enfoque de género

La Agenda Social Asociación Civil (ASAC), organización compromisaria de la FP2030, participó en “Un café en el IIES”, un espacio donde se tuvo como tema central la pobreza menstrual y su impacto en el contexto venezolano
Prensa ASAC/CNP 23.671
En el marco del ciclo “Un café en el IIES”, la Agenda Social Asociación Civil (ASAC) presentó los hallazgos más recientes de sus estudios sobre pobreza menstrual, revelando cifras alarmantes que exponen la vulneración sistemática de los derechos sexuales y reproductivos de mujeres y adolescentes en el estado Mérida.
La organización, representada por Anagabriela Centeno y Nataly Carvajal, compartió los resultados de dos estudios piloto realizados entre 2023 y 2025 en cuatro municipios merideños: Rangel, Santos Marquina, Campo Elías y Libertador, para los cuales se encuestó a más de 2200 mujeres entre 18 y 55 años.
Estos estudios arrojaron datos importantes que dejan en evidencia cómo se ha profundizado la vulneración de estos derechos.
De acuerdo con la organización, el 23 % de las mujeres merideñas viven en pobreza menstrual, sin acceso seguro a productos de higiene, agua potable ni educación menstrual. Además, un 45,75 % no recibe atención ginecológica regular, lo que limita su salud sexual y reproductiva.
Otro dato destacado por las panelistas de la ASAC fue que el 96,9 % de mujeres jóvenes entre 18 y 25 años nunca han tenido control ginecológico, reflejando una grave crisis en salud preventiva.
En cuanto a la gestión menstrual, el 38,37 % de las mujeres busca productos menstruales de bajo costo, sacrificando calidad por necesidad económica.
ASAC también identificó un incipiente cambio hacia prácticas sostenibles; aunque solo el 5,45 % usa copas menstruales, este dato refleja una apertura hacia alternativas más ecológicas, pero deja en evidencia que el contexto económico limita la adquisición de estos productos alternativos.
La pobreza menstrual no es solo una cuestión de higiene, sino de justicia social y equidad de género. Las mujeres en situación de vulnerabilidad deben elegir entre comprar alimentos o productos menstruales. Esta carga económica, que recae exclusivamente en ellas, perpetúa ciclos de pobreza y exclusión.
Sin agua, sin derechos
De acuerdo con los estudios levantados por la ASAC, el 18,56 % de las mujeres encuestadas no cuenta con acceso continuo a agua potable durante su menstruación, lo que ha derivado en infecciones vaginales en el 17,77 % de las encuestadas.
Contar con agua potable, al igual que con las condiciones económicas para adquirir productos de gestión menstrual, son derechos humanos básicos e irrenunciables que el Estado debe garantizar; sin embargo, en Venezuela, esto no ocurre.
En el encuentro, que se llevó a cabo en el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales (Faces) de la Universidad de Los Andes, también participaron Holaya Peña (ULA Mujer) y Karol Moreno (Red Mérida Feminista), quienes destacaron que la menstruación debe abordarse como un fenómeno cultural, social y político, no solo sanitario.
Las panelistas coincidieron en que la falta de infraestructura, educación menstrual y políticas públicas con enfoque de género limita el desarrollo educativo, laboral y emocional de niñas y mujeres.
ASAC como agente de cambio
La Agenda Social ASAC no solo investiga, también promueve la incidencia pública y la educación menstrual como herramientas de transformación.
Su trabajo articula datos, testimonios y propuestas para que el Estado garantice el acceso equitativo a productos menstruales, especialmente en zonas rurales y vulnerables.
“La pobreza menstrual no es una cuestión íntima ni aislada; es un reflejo de las brechas estructurales que aún persisten en Venezuela y en el mundo”, aseguró Anagabriela Centeno, directora de la ASAC.
Por su parte, Nataly Carvajal, también de la ASAC, puntualizó que “la pobreza menstrual impide que las mujeres vivan en dignidad durante su periodo. Es una forma silenciosa de violencia estructural”.
Gracias al trabajo de organizaciones como la ASAC, compromisaria de Family Planning 2030 (FP2030), esta realidad comienza a ser visibilizada con datos, voces firmes y propuestas concretas que buscan incidir en la agenda pública nacional para romper el ciclo de la pobreza y la desigualdad.
“Garantizar una menstruación digna no es solo una meta sanitaria, sino un compromiso con la equidad, la justicia y los derechos humanos. Mientras existan mujeres que deban elegir entre comer o gestionar su ciclo, la deuda social seguirá abierta”, finalizó Nataly Carvajal.–
Emmanuel Rivas – Periodista- Publicista
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