Maria Corina Machado: «El punto de no retorno»

María Corina Machado
Después de dos décadas de resistencia y lucha contra una tiranía populista, corrupta y criminal, finalmente los venezolanos tenemos el apoyo activo y decidido de la democracia mundial.
Las tres facetas del drama venezolano: la catástrofe humanitaria, la violación feroz de los derechos humanos y la instauración de un narco-estado, hacen intolerable para los venezolanos y para el mundo la permanencia de Maduro y sus mafias en el poder.
Venezuela resistió. Se rebeló una y otra vez. El testimonio de los indoblegables, como la Iglesia Católica, universidades, algunos medios masivos y los medios digitales, y de tantos ciudadanos, es admirable. En nuestro camino, el heroísmo tomó rostro: el de Franklin Brito, RCTV, la jueza María Lourdes Afiuni, Rosa Orozco, Juan Pablo Pernalete, Oscar Pérez; centenares de miles de valientes, en su mayoría anónimos, que nunca se rindieron.
Finalmente, la rebelión popular del 2017 acabó con la tolerancia de la comunidad internacional, ante la cruel represión y tortura, transmitidas en tiempo real por las redes sociales y medios internacionales, y por la evidente instauración de un narco-estado que facilitó la penetración de la guerrilla -que ha ocupado casi la mitad del territorio nacional-, y que tiene probados vínculos con el terrorismo islámico. Ante esta realidad, el mundo comprendió que ya no se trata de un problema sólo de Venezuela, y pasó de la preocupación a la acción.
En las últimas seis semanas los hechos hablan claramente: el 22 de enero, el Consejo de la UE aprobó sanciones a 7 funcionarios venezolanos de alto rango; el 23 de enero, el Grupo de Lima declaró que Venezuela va camino a unas elecciones que “carecen de legitimidad y credibilidad”; el 8 de febrero, el Parlamento Europeo aprobó, por abrumadora mayoría, una resolución para extender las medidas sancionatorias contra el régimen venezolano y la petrolera estatal; el 26 de enero, el Presidente de Francia, Emmanuel Macron, planteó incrementar las sanciones a funcionarios del régimen y no limitarlas a individuos, y ese mismo día, Juan Manuel Santos, Presidente de Colombia, declaró que el resultado del fraudulento proceso electoral no sería reconocido, posición que ratificó, Mauricio Macri, Presidente de Argentina, el 27 de enero.
Seguidamente, el 13 de febrero, en reunión extraordinaria del Grupo de Lima, los 14 países miembros declararon su rechazo a la decisión de adelantar comicios presidenciales para el 22 de abril, “que imposibilita la realización de elecciones presidenciales democráticas, transparentes y creíbles”… y reiteran que unas elecciones que no cumplan con estándares internacionales “carecerán de toda legitimidad y credibilidad”.
Ese mismo día, la Canciller de Canadá, Chrystia Freeland, afirmó que “no vamos a reconocer ningún candidato ni proceso que lleve a que estas personas se presenten ante la ANC, que consideramos ilegítima”.
El 14 de febrero, el Presidente peruano Pedro Pablo Kuczynski anunció que, con el apoyo del Grupo de Lima, se retira la invitación a Maduro a la Cumbre de las Américas, y el Departamento de Estado de los Estados Unidos denunció “la decisión del CNE de adelantar de manera unilateral las elecciones presidenciales sin garantías que aseguren elecciones libres, justas y validadas internacionalmente”.
El anillo se cierra. La presión crece cada día. La señal externa es inequívoca: por su propio bien, el régimen debe aceptar los términos de una Transición que permita restituir, sin demora, el orden democrático en Venezuela.
Hace 59 años, en su discurso de toma de posesión, Rómulo Betancourt expuso que “los regímenes que no respeten los derechos humanos, que conculquen las libertades de sus ciudadanos y los tiranice con respaldo de las políticas totalitarias, deben ser sometidos a riguroso cordón sanitario y erradicados mediante la acción pacífica colectiva (…) internacional.”
Esto iba dirigido a la República Dominicana de Trujillo, y se convirtió en “la doctrina Betancourt”, la cual terminó enfilándose contra la Cuba de Castro. Todo indica que, irónicamente, la comunidad internacional comienza a apelar a la doctrina Betancourt para confrontar a la dictadura venezolana.
Hoy, ante una posición tan firme y clara de la comunidad internacional y de la sociedad venezolana, queda claro que quien decida participar en el fraudulento proceso del 22 de abril, o convalidar cualquier acto de la Constituyente cubana, será considerado como parte del sistema.
Ahora que logramos la acción internacional, es indispensable aplicar la energía y la organización nacional, en una ruta firme. Ello requiere una conducción política que acompañe las urgentes aspiraciones de los venezolanos y que en la hora decisiva, no se quiebre y no se entregue.
Para ello nació la alianza ciudadana Soy Venezuela. En ella nos encontramos los venezolanos que, dentro y fuera de nuestro país, estamos decididos a cumplir el mandato del plebiscito del 16 de julio de 2017.
En la coordinación de estas fuerzas, está la definitiva liberación de Venezuela. Hemos llegado al punto de no retorno.
El repudio del Siglo XXI.
La reciente decisión del presidente peruano de retirarle la invitación al mandatario venezolano para que ingrese a Perú a la Cumbre de las Américas es un hecho sin precedentes en la historia de Venezuela y si mi memoria no me falla, en la historia politica latinoamericana reciente. Nicolás Maduro y su gobierno se han convertido en los repudiados del siglo.
“Lo que está pasando con Venezuela en la región y a nivel internacional es inédito, ni siquiera dictaduras como las del Cono Sur o la de (Augusto) Pinochet (en Chile) fueron rechazados como está siendo rechazado Maduro en la comunidad internacional”, dijo al portal Efecto Cocuyo, el presidente del Colegio de Internacionalistas de Venezuela, Juan Francisco Contreras.
Además de las sanciones de Estados Unidos, Canadá, México, la Unión Europea y otras naciones, el grupo de Lima se ha sumado en el régimen de castigos al gobierno venezolano. Con esto, la ofensiva diplomática internacional pasa de las palabras, luego de varios comunicados, a hechos más contundentes, como es el aislamiento a Maduro y su forma de ejercer el poder.
Parece que el rechazo de la oposición a firmar un documento genérico y cerrar la etapa del diálogo en República Dominicana, ocurrida hace apenas 11 días ( 7 de febrero) así como la actitud de los voceros oficiales del gobierno venezolano, han hecho más daño del que se estimaba.
El fracaso de ese diálogo lo acusa el gobierno. Una oposición golpeada por sus divisiones y su mala puntería se anotó un punto valioso en el tablero internacional, que sigue escalando contra Maduro. De allí la novedad, sin precedentes, de declarar su presencia, como no bienvenida en la Cumbre de las Américas que se llevará a cabo en Lima, los días 13 y 14 de abril de este año.
Tal vez el hecho más curioso aún, es que con la excepción de Evo Morales, en Bolivia, ningún mandatario latinoamericano, ha manifestado su rechazo a tal repudio. Ni siquiera Cuba ha abierto la boca.
Las recientes declaraciones del mandatario venezolano en respuesta a la decisión de Perú lo que ha hecho es confirmar las razones por las cuales su gobierno es considerado no democrático.
“ No me quieren ver en Lima, pues me van a ver porque llueva, truene o relampaguee, llegaré a la Cumbre de las Américas”, a lo que la canciller peruana añadió más humillación: “No puede entrar ni al suelo ni al cielo peruano. Él no puede entrar (al Perú) porque no está siendo bienvenido”, dijo la primera ministra Mercedes Aráoz y para más ñapa el presidente peruano Pedro Pablo Kuczynski, ordenó a su canciller retirar la invitación.
La carta con el breve texto aludiendo la declaración de Quebec, para desinvitar a Maduro, fue además divulgada en las redes sociales.
Amplio conocedor de la diplomacia, son inconcebibles estos errores de parte Maduro. Son justo dos meses los que faltan para la Cumbre y en este tiempo puede pasar cualquier cosa, pero la rectificación de Maduro, no parece ser una de ellas.
El gobierno venezolano insiste en celebrar elecciones el 22 de abril. Esta convoctoria inconsulta y sin cumplir los extremos para que haya transparencia ha puesto a la oposición organizada en la MUD en un dilema, pero ha evidenciado una vez más el talante autoritario del gobierno.
No obstante, aunque la comunidad internacional ha dicho que no reconocerán los resultados de este proceso y cada día la diplomacia con mano dura parece apretar, tampoco hay que descuidar las próximas acciones del gobierno de Maduro, que se ha especializado en sacar siempre un conejo de la chistera.
Habrá que esperar un poco para ver qué movida decide hacer y si de una vez dan en algo su brazo a torcer. Particularmente lo dudo.