RENUNCIAR AL MAL Y A SUS SEDUCCIONES

PONER LOS OJOS EN EL BIEN: Esta batalla contra la malignidad trae el cambio; un giro en el proceder, con su vuelta al omnipotente apego y su revuelta contra el vicio y el vacío mundano, lo que comporta decir no al odio fratricida y a los engaños de los que se sirve. Combatir a estos enemigos, en unión y en unidad, sin otro interés que el de la concordia y el justo quehacer colectivo, nos hermana.
I.- EN POS DE JESÚS;
NUESTRO REFUGIO
La verdadera amistad con Dios,
quiebra los vínculos mundanos,
y rompe las cadenas terrenales;
la soledad que soporta cada ser,
nuestros ahogos y la fragilidad.
El amor todo lo amansa y vive,
todo lo ofrece y nada es para sí,
porque el querer es como el sol,
si no se disfruta viene el ocaso,
el no ser para nadie ni para uno.
Sentirse acompañado por Jesús,
creará una comunión auténtica,
un enlace de unión y de unidad,
continuo a lo que nos envuelve,
que acrecentará la sed de amar.
II.- QUIERO VIVIR ASÍ;
QUE NO ME FALTE SU GRACIA
La vida es un vivir en donación,
una entrega a cargar con la cruz,
una renuncia a todos los bienes,
con un gran pregón a la bondad,
y con un vivo cauce de servicio.
Sólo vive el que sabe ofrecerse,
pues la ley existencial es el dar,
para que se implore la pulcritud,
y se solicite la dote inspiradora,
emanada de un espíritu abierto.
Con el Evangelio en el corazón,
la buena nueva nos hace poesía,
nos alienta y alimenta de gozos;
con la alegría, fruto del espíritu,
y la paz, obra del retorno a Dios.
III.- LA FE QUITA MUROS;
RENUEVA ACTITUDES
Lo celeste nos injerta sabiduría,
nos pone alas y nos repone luz,
nos ordena la vida y nos llama,
a ser el ser que todo lo acuerda,
según el entusiasmo libertador.
Con el único esfuerzo humano,
tampoco se alcanza la plenitud,
se requiere de la acción divina,
que nos conduce a la concordia,
y nos reconduce las relaciones.
La gloria del discípulo coexiste,
en avenirse al verbo y ser verso,
en habitar unidos y en reunirse;
con la certeza de que la victoria,
está en volver a Dios y ser de Él.
Víctor CORCOBA HERRERO